Venus de Milo

Tras los pasos de Beyoncé y Jay-Z

Afrodita, llamada Venus de Milo

Una mujer de dos metros de proporciones perfectas, un rostro que mide exactamente el triple de la altura de la nariz y una frente fiel al mítico perfil griego: ¡eso no existe! No, en efecto, porque se trata de una diosa, la del amor y la belleza, Afrodita para los griegos y Venus para los romanos, la madre de Eros o Cupido. Y, sobre todo, no existe porque esta escultura responde a los cánones estéticos del arte griego, de proporciones geométricas: es una belleza divina, ideal e irreal. Esta estatua se hizo famosa desde su llegada al Louvre en 1821, ya que, dejando a un lado el arrebatador contoneo de sus caderas, realzado por el drapeado de su atuendo, es un original griego, algo muy poco habitual. La mayor parte de las obras de la Antigüedad que la rodean son copias romanas de obras griegas desaparecidas hace mucho tiempo.

Una musa moderna

Desde el siglo 19, infinidad de artistas han copiado la Venus de Milo. Los de los siglos 20 y 21 le han rendido homenaje distorsionándola: Salvador Dalí dotó a su copia de escayola de cajones para acceder a los secretos de su fascinante belleza, René Magritte la pintó de tres colores y Niki de Saint Phalle le disparó con una carabina para rociarla de pintura. Beyoncé y Jay-Z se limitaron a posar delante del icono.