

Una llegada providencial al Louvre
Obras maestras

Afrodita, llamada "Venus de Milo"
¿Bastarían la dulzura de su mirada y el contoneo de sus caderas para distinguirla de otras diosas esculpidas? Esta Venus (Afrodita para los griegos) adquirió una gran fama desde que entró en el Louvre en 1821. Descubierta en la isla griega de Melos, actual Milo, fue un regalo hecho a Luis XVIII, que a su vez la donó al museo. Llegó en un momento muy particular: seis años antes, en 1815, tras la derrota de Napoleón en Waterloo, el Congreso de Viena había impuesto la devolución de unas 5000 obras saqueadas durante sus conquistas. Y el Louvre, el mayor museo del mundo durante el Primer Imperio (1804-1815), principalmente por su colección de antigüedades, había visto cómo se vaciaban sus salas. En ese contexto, la Venus de Milo llegó al museo y fue recibida y reconocida como una obra maestra. Desde ese momento, no ha dejado de seducir y ha sido copiada y reinventada, de mil formas distintas, por artistas y la cultura de masas.
¿Una manzana o un escudo?
La Venus de Milo, encontrada en fragmentos, plantea todavía hoy interrogantes. Su primer restaurador quiso añadirle brazos, pero ¿en qué postura? No lejos de ella, se descubrió una mano que agarraba una manzana. ¿Sería suya? También es posible, si nos fijamos en la posición de la pierna izquierda, que llevara un escudo. Amante de Marte, dios de la guerra, Afrodita se representaba a menudo con esa arma, en la que contemplaba su reflejo.